Las prácticas sadomasoquistas

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Se analiza en conjunto con el sadismo, como una tendencia a causar dolor al objeto sexual o a ser maltratado por él. Algunos autores describen el sadismo y el masoquismo como dos formas expresivas del mismo fin, placer por el dolor, en forma activa sadismo o en forma pasiva masoquismo. Por lo tanto aquí el dolor es el fin en sí mismo y se encuentra indisociablemente ligado a la sexualidad. Tanto el emitirlo como el recibirlo implicarían a priori un alivio de la culpa generada por esta actividad. El hecho de mantener relaciones sexuales desarrollando los roles de dominación y vasallaje constituyen una fantasía que tiene un alto porcentaje de la población adulta.

El sadismo término desarrollado a partir del nombre Marqués de Sade consiste en acceder al placer sexual infligiendo sufrimiento y sometiendo a la persona que se desea, ya sea en el campo de una fantasía o en el de la realidad. El masoquismo, al contrario, consiste en recibir, y necesitar, este sufrimiento para alcanzar el mismo placer. Se juega con roles de dominio, poder y sometimiento en los que llegan a sentir placer al controlar a la víctima o al ser controlado por el victimario. La violencia y las humillaciones que la pareja autoriza no son indisociables del lazo afectivo que las une. Al contrario, los rituales sadomasoquistas se basan en la confianza mutua de cada uno hacia el otro. Por este motivo se practica en el marco de una relación estable, y no en un intercambio con otras parejas.

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